En tiempos convulsos, con todo lo que estamos viviendo debido a la situación de la Covid, la incansable reactividad y la sensación de incertidumbre gobiernan nuestras decisiones, actos, palabras, pensamientos, gobiernan nuestra vida. La mente nunca detiene su flujo constante y reactivo. Y así pasa sucesivamente, incluso cuando queremos descansar o, simplemente, dormir.
El “rum-rum” constante de una mente reactiva nos hace saltar de rama en rama (Monkey Mind) hasta dejarnos devastados, sin energía y confusos. Nos cuesta tomar decisiones, actuar, provoca frustración, desconfianza, abatimiento, relaciones con poca empatía…
Y, al final, son nuestro inconsciente y todas las memorias gravadas en él (experiencias previas, creencias internas, sesgos inconscientes, herencias…) las que toman las decisiones por nosotros.
¡¡¡Y nosotros que pensamos que decidimos y actuamos de manera deliberada y libremente!!! ¡No es así!. Somos el resultado de todas las experiencias vividas y los aprendizajes anteriores. Esta información es la que activa cada respuesta, acción y pensamiento por nosotros.
Debemos actuar para romper este ciclo condicional y decidir libremente que respuesta vamos a dar a cada situación. Escapar de la esclavitud que supone una mente constantemente reactiva.
Es aquí donde entra la importancia de activar el pensamiento reflexivo y el aprendizaje consciente. Vivir las experiencias desde un estado mental de apertura que nos permita:
- Considerar una misma situación desde perspectivas diversas y diferentes.
- Ver toda la información que se presenta como novedosa.
- Focalizar también la atención en el contexto en el que percibimos la información.
- Crear nuevas categorías y clasificaciones que nos permita entender esa información.
El pensamiento reflexivo y el aprendizaje consciente aporta una nueva mirada a aquello que nos parece tan conocido, accediendo a un nuevo mundo de posibilidades y oportunidades, aportando:
- Más flexibilidad
- Más capacidad de adaptación
- Más comprensión
- Más diversidad, nuevas perspectivas.
- Más sabiduría.
La buena noticia es que esto se aprende, se trabaja, se experimenta y se practica. A través de técnicas, visualizaciones, prácticas conscientes y ejercicios formales e informales, puedes activar el pensamiento reflexivo y el aprendizaje consciente.
En el próximo post lanzaré un pequeño y valioso tip para que experimentes el pensamiento reflexivo y la atención consciente.
¡Ahora eres tú quien decides cómo quieres vivir y relacionarte con el mundo!